Un cuervo empolla los ojos de su padre es la primera exposición individual del artista Enrique López Llamas (Aguascalientes, 1993) en la ciudad de Guadalajara. El título de la muestra alude a la famosa expresión popular cría cuervos y te sacarán los ojos. Este refrán hace referencia a la ingratitud de las personas, particularmente de los descendientes hacia sus progenitores, dado que el cuervo, ave carroñera, se alimenta de animales muertos.
López Llamas retuerce el refrán con la intención de suprimir la mirada como un acto para reencarnar los ojos; de sustraerla como un acto de rebeldía en contra de la genealogía familiar; de aniquilar cualquier esperanza de ser autoridad. Este cuervo en particular no se deshace del órgano visual, lo cuida, lo protege, lo quiere y lo abraza. El artista nos entrega a la vista los ojos que, como dos tibios huevos en un nido, se empollan.
López Llamas reinterpreta la obra Hooded Crows (Cuervos encapuchados, 1891), del pintor sueco Bruno Liljefors. La atmósfera silvestre de la que se apropia el artista hidrocálido a través de una intervención de sitio específico nos sitúa en un frondoso paisaje de espesa maleza casi monocromática. Una escenografía construida por gruesas pinceladas que a la distancia forman un ambiente narrativo, mientras que al acercarse a contemplar sus detalles se nos abren otros paisajes de carácter indeterminado.
Las propiedades de la pintura, óleo mezclado en antidepresivos, ansiolíticos, antipsicóticos y analgésicos molidos, producen una textura porosa, rocosa y dura. Dicha condición pictórica articula las tensiones entre lo delirante de la representación, quasi alucinación, y los estados de ánimo de un sistema nervioso fuera de órbita. Las diez pinturas en bastidor desdoblan, por medio de un lenguaje abstracto, la narración de la gran pintura mural, cuyo cuervo en cualquier momento emprenderá el vuelo.
A través de este ejercicio pictórico expandido, López Llamas estructura un nido cuyos huevos retinianos se desprenden en una imagen hecha trizas.
Un cuervo empolla los ojos de su padre es la primera exposición individual del artista Enrique López Llamas (Aguascalientes, 1993) en la ciudad de Guadalajara. El título de la muestra alude a la famosa expresión popular cría cuervos y te sacarán los ojos. Este refrán hace referencia a la ingratitud de las personas, particularmente de los descendientes hacia sus progenitores, dado que el cuervo, ave carroñera, se alimenta de animales muertos.
López Llamas retuerce el refrán con la intención de suprimir la mirada como un acto para reencarnar los ojos; de sustraerla como un acto de rebeldía en contra de la genealogía familiar; de aniquilar cualquier esperanza de ser autoridad. Este cuervo en particular no se deshace del órgano visual, lo cuida, lo protege, lo quiere y lo abraza. El artista nos entrega a la vista los ojos que, como dos tibios huevos en un nido, se empollan.
López Llamas reinterpreta la obra Hooded Crows (Cuervos encapuchados, 1891), del pintor sueco Bruno Liljefors. La atmósfera silvestre de la que se apropia el artista hidrocálido a través de una intervención de sitio específico nos sitúa en un frondoso paisaje de espesa maleza casi monocromática. Una escenografía construida por gruesas pinceladas que a la distancia forman un ambiente narrativo, mientras que al acercarse a contemplar sus detalles se nos abren otros paisajes de carácter indeterminado.
Las propiedades de la pintura, óleo mezclado en antidepresivos, ansiolíticos, antipsicóticos y analgésicos molidos, producen una textura porosa, rocosa y dura. Dicha condición pictórica articula las tensiones entre lo delirante de la representación, quasi alucinación, y los estados de ánimo de un sistema nervioso fuera de órbita. Las diez pinturas en bastidor desdoblan, por medio de un lenguaje abstracto, la narración de la gran pintura mural, cuyo cuervo en cualquier momento emprenderá el vuelo.
A través de este ejercicio pictórico expandido, López Llamas estructura un nido cuyos huevos retinianos se desprenden en una imagen hecha trizas.
Un cuervo empolla los ojos de su padre es la primera exposición individual del artista Enrique López Llamas (Aguascalientes, 1993) en la ciudad de Guadalajara. El título de la muestra alude a la famosa expresión popular cría cuervos y te sacarán los ojos. Este refrán hace referencia a la ingratitud de las personas, particularmente de los descendientes hacia sus progenitores, dado que el cuervo, ave carroñera, se alimenta de animales muertos.
López Llamas retuerce el refrán con la intención de suprimir la mirada como un acto para reencarnar los ojos; de sustraerla como un acto de rebeldía en contra de la genealogía familiar; de aniquilar cualquier esperanza de ser autoridad. Este cuervo en particular no se deshace del órgano visual, lo cuida, lo protege, lo quiere y lo abraza. El artista nos entrega a la vista los ojos que, como dos tibios huevos en un nido, se empollan.
López Llamas reinterpreta la obra Hooded Crows (Cuervos encapuchados, 1891), del pintor sueco Bruno Liljefors. La atmósfera silvestre de la que se apropia el artista hidrocálido a través de una intervención de sitio específico nos sitúa en un frondoso paisaje de espesa maleza casi monocromática. Una escenografía construida por gruesas pinceladas que a la distancia forman un ambiente narrativo, mientras que al acercarse a contemplar sus detalles se nos abren otros paisajes de carácter indeterminado.
Las propiedades de la pintura, óleo mezclado en antidepresivos, ansiolíticos, antipsicóticos y analgésicos molidos, producen una textura porosa, rocosa y dura. Dicha condición pictórica articula las tensiones entre lo delirante de la representación, quasi alucinación, y los estados de ánimo de un sistema nervioso fuera de órbita. Las diez pinturas en bastidor desdoblan, por medio de un lenguaje abstracto, la narración de la gran pintura mural, cuyo cuervo en cualquier momento emprenderá el vuelo.
A través de este ejercicio pictórico expandido, López Llamas estructura un nido cuyos huevos retinianos se desprenden en una imagen hecha trizas.
Epiestía
Artistas: Karian Amaya, Renée Abaroa, Ariana Díaz, Carlos .E, Marco Esparza, Sidharta Figueroa, Diego González, Eduardo Gómez, Kiyo Gutiérrez, Bruno Gruppalli, Colectiva Hilos, Ignacio Islas, Alberto López Corcuera, Milo Medina, Xel-Ha López, Carlos A. Mora, Fernanda Moyano, Vania Negrete, Misael Naranjo, Natalia Ramos, Humberto Ramírez, Alejandra Ruiz, Raúl Rebolledo, Gabriel Sánchez-Mejorada, Sayuri Sánchez y Valeria Villegas
Espacio Cabeza / Laboratorio Curatorial Archipiélago, Guadalajara, MX
14 NOVIEMBRE 2020 — 12 DICIEMBRE 2020
Este proyecto se realizó con recursos del Apoyo a Instituciones Estatales de Cultura AIEC 2020, a través de la convocatoria Replicantes, Espacios Culturales en Red de la Secretaría de Cultura de Jalisco.
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Desde la llegada de la pandemia derivada por la COVID-19, nociones fundamentales de todos los ámbitos se han visto trastocados de manera profunda y significativa; entre ellos la del hogar. Desde la consigna «quédate en casa», hasta las adecuaciones de los espacios domésticos para las labores del trabajo y las medidas de sanidad implementadas, el hogar se volvió de pronto en un espacio de permanencia obligada.
Desde este contexto, como antesala, se invitó a veinticinco artistas y a un colectivo a desarrollar obras de sitio específico en el espacio de exhibición —una casa habitación— a partir de la premisa de subvertir, complejizar y/o abordar las relaciones posibles entre el fuego, el hogar y lo doméstico. Desde esta enunciación, lxs artistas tuvieron la libertad de construir un campo de acción muy amplio en virtud de sus intereses, procesos y prácticas, posibilitando la exploración de las propias características arquitectónicas, decorativas y simbólicas del espacio.
Resultado de esto, Epiestía articula una serie de temáticas que reflexionan sobre los fenómenos y objetos cotidianos, la violencia, la intimidad, las ausencias, el confinamiento y el privilegio.
El lugar de trascendencia de una estirpe, lugar donde un individuo o grupo habita, ahí donde se construye una vida, donde se enciende el fuego para calentarse y refugiarse, se designa con la palabra epiestía, cuyo significado tiene que ver con el fuego, la hoguera o fogón, en torno al hogar, la morada ardiente. Entre los griegos, se encontraba la diosa Estía —Vesta en la mitología romana— en relación con el calor del hogar y la familia.
Epiestía busca ser una exhibición para reinventar el espacio de lo doméstico, para encender otros fuegos o en su caso, soplar sobre las cenizas.
— Texto y curaduría: Marco Valtierra
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En una entrevista Anne Carson dijo que
si la prosa es una casa
la poesía es un hombre en llamas
corriendo velozmente a través de ella
en una entrevista, cuando le preguntaron
lo que salvaría
si su casa se incendiase
Jean Cocteau respondió
que salvaría el fuego
en el protocolo de incendio
del consorcio del edificio JK
está escrito
no se quede parado en la ventana sin ninguna defensa
el fuego procura espacio para quemar
e irá a buscarlo si usted no está protegido
y también: manténgase vestido y moje sus ropas
y también: cierre todas las puertas detrás de usted
y aun: arrástrese hacia la salida, pues el aire es más puro
junto al suelo
y aun: una vez que haya conseguido escapar
no retorne.
—Texto por Ana Martins Marques. Traducción de Agustina Roc
